MOSCAS EN LA COCINA (II)
- Alvaro Ledesma -
Vivir lentamente no
es hacerlo más despacio.
Suben y bajan, pero
los ascensores no avanzan.
No queda más remedio
que atarse a camas verticales.
Cambian los soñadores
cada vez que dejan de ser ellos mismos.
Campanas de porcelana
se abrazan antes del concierto.
Cuando mueres al
amanecer empieza otro día.
Los cubos sucios con fondo roto no sirven para recoger goteras.
El agua envidia al
vino por su baja autoestima.
Están cansadas las botas del trabajo.
Decidieron juntos que
lo inmenso fuera efímero y lo diminuto eterno.
Es todo un reto para
los tapones de las bañeras retener el agua hacia
arriba.
En cuanto se
convierte en realidad hay que inventarlo todo de nuevo.
Llega la aflicción
más allá de las ruinas.
Cuelga del suelo una
cuerda que sujeta el techo.
La ilusión de los adictos
es encontrar otro laberinto.
No es arte la
chatarra pero sí chatarra el arte.
Los sacos más pesados
están llenos de dudas.
Una vez que sabes ya no queda nada.
Cuerpos sobre cuerpos
sin remordimientos.
Dos circunferencias
secantes contienen el mismo llanto.
Escapan de las
trampas las pieles sin abrigo.
Un acordeón envuelto
en celofán recuerda motivos placenteros para olvidar sus rencores.
Que se acostumbren los
coherentes a las espirales y torbellinos.
O te vuelves lobo o
mueres oveja.
Telas azules viajan a
oscuras en contenedores oxidados.
Ojos microscópicos te
dan la bienvenida en los pasillos de los colegios.
Cerrojos ausentes en
las letrinas de puertas verdes.
Obras de teatro sin
teatro.
Fardos de paja en las
retinas.
Pies descalzos sobre
charcos.
Entre copa y copa se maquillan las marionetas que divagan entorno al azar.
Trenes de juguete atropellan muñecas suicidas.
Trenes de juguete atropellan muñecas suicidas.
No cantan los hombres
pájaro cuando se saben dentro de cubos celda con vistas al mar.
Por los pasillos
apuntalados se abren paso los escuálidos.
Con el pelo trenzado
las unas a las otras forman corros cerrados las niñas sin brazos.
Jamás hacen las paces
las parejas de guantes.
Vuelven siempre los perdidos a estar perdidos.
A base de pliegues se parte el alambre.
Son gigantes los minutos desde el suelo.
Tú decides si acabas conmigo ahora o robarme el alma para siempre.
Alvaro Ledesma (2014)