lunes, 29 de septiembre de 2014

Moscas en la Cocina (V) - Alvaro Ledesma

Moscas en la Cocina (V)
- Alvaro Ledesma -

Hablan las manos entre ellas.
A cinco armarios fusilados les robaron la ropa roída.

No saben disfrutar las alas del mar.
Se desgasta la piel del sentido.

Violines disparan flechas.
Hay razones para creer que ya no se sostienen.

Un vaquero disfrazado de indio mató a un indio disfrazado de vaquero.
Talismanes pararrayos en todas las cabezas.

Gacelas disecadas de miradas telescópicas.
A oscuras la vida amenaza.

Momentos triviales también son esenciales.
Amarillo peligroso para escrotos vulnerables.

Que gocen libres de temores los que ya temblaron suficiente.
No tiene pareja la muerte.
La soledad vuelve loco al más fuerte.

Chimpancés enanos tocan la flauta felices cuando se suben a los hombros firmes de los osos andarines.
A los gorriones alegres se quedan mirando los ojos más tristes.

Telarañas transparentes son espejos sin reflejo para el fastuoso vuelo torpe de las moscas en la cocina.
Ascensores entre rejas por dar conversación a la gente.

Manicomios cama con almohadas ausentes.
Por las cremalleras abiertas escapan las codornices.

Da lo mismo cuánto si la sensación siempre es de nada.
No sacia el universo a quienes crean uno propio.

Al detenerse le llega el mareo a la noria.
Son nuestros abismos los que sólo ven defectos.

Fregonas saturadas no absorben ya más agua.
De tanto pensar olvidaron las piedras andar.

Para qué ir en línea recta si curvas y barrigas son más armoniosas.
Con razón clama piedad el descuido.
Cuánta belleza invisible.


Alvaro Ledesma (2014)

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Moscas en la Cocina (IV) - Alvaro Ledesma

Moscas en la Cocina (IV)
- Alvaro Ledesma -

No hay formas de equilibrio constante,
salvo imanes frágiles en tarros herméticos.

Paradojas en guerra contra los sentidos confunden a enemigos con extraños.
Vestigios singulares de cuando hilos son pilares.

Se acurrucan mojados los cachorros huérfanos.
Cortinas de baño como testigos de otras realidades.
No se atreven los espejos a decirnos todo lo que saben.

Dudan los mismos que deciden.
Sólo brillan las estrellas que se miran.

Fabulando mundos raros vencen mudos a los zafios.
Se derrumban los hombres más fornidos cuando sienten como niños.

Matrices de espectros cubren las pizarras.
Se olvida el futuro fácilmente.

Trapecios pensantes permanecen inmóviles.
Ruedas que no avanzan giran sobre si mismas.

Sensibles pero cuerdos encuentran solución a sus demonios.
No viven si no ríen los que piensan.

Mosaicos de trozos de mosaicos de trozos de nada.
Perfumerías clandestinas repletas de esencias secretas de tiempo.

Se sentaba con los perros y dejaba de hacerse preguntas.
Las máquinas de besar no escriben poesía.
Bailan borrachas escoria y alegría.

Primero algo. Luego repetirlo. Después algo. Luego repetirlo.
Qué difícil existir cuando estorba lo necesario.

Se han derretido los semáforos.
Aun cuando se han ido no se van en la vida.
Nada en común tienen los más parecidos.

Hay días en los que el sol es tenebroso.
Doscientas treinta veces la misma noche.
Molinos de viento ardiendo en el horizonte.
Se detienen las almas.

¿Qué hay de cierto en ser humano?


Alvaro Ledesma (2014)

viernes, 19 de septiembre de 2014

Moscas en la Cocina (III) - Alvaro Ledesma

Moscas en la Cocina (III)
- Alvaro Ledesma -

Llueve luz cuando encuentra paz el acongojado.
Cambia el sastre de peluca para mirar distinto.

Como en orgías se retuercen las colillas sobre sus cenizas grises.
Campos de concentración para mentes dispersas.

Gafas para respirar de cerca.
Torres caracol ascienden junto a escaleras gato.

Por el cristal pasan de largo las sombras.
Vencen los monstruos a sus monstruos.
Adagios para grifos tuertos.

Dentaduras de acero inoxidable muerden palos de escobas muertas.
Nada puede hacerse por los aviones de papel que caen desde los puentes.

Barcos atrapados en la nostalgia de los peces lanzan sus anclas a la superficie de cielos vertiginosos.
Cisternas con fugas de agua en los retretes sueñan con ser riachuelos limpios de sonidos relajantes.

Píxeles de litio administrados en blanco y negro calman la psicosis a maníacos y depresivos.
Ignoran las pinzas en los tendederos de las fachadas de orientación norte que las camisas desgastadas prefieren que las suelten.

Tizas afiladas dejan marcas imborrables.
Se avergüenzan los que menos culpa tienen.
Son hermosos los impulsos de los locos.
Fascinante la ilusión del ingenuo.

Grapadoras nocturnas acechan las esquinas a dos hojas.
Cuarenta y nueve botones cosidos a sus emociones.
Placeres de carnes y huesos en todos los sótanos malolientes.
Piensan torcido los errores.

Cascabeles reprimidos se ocultan silenciosos en cajas de cerillas.
Teléfonos para monos convertidos en humanos inertes.
No apasionan los relojes digitales.
Películas sin argumento tratan mejor los sentimientos.

En los complejos se amarga la belleza.
No saben dónde están los melancólicos.
Se decepcionan las miradas infantiles.
Tenedores y cuchillos enterrados para siempre.

Carcajadas enmarcadas como símbolo inaudito.
Cambios relevantes en los rasgos de la gente.
Cuerpos de mentes de genios dementes.
Desesperados los acantilados echan de menos a Marte.

Alvaro Ledesma (2014)

domingo, 14 de septiembre de 2014

Moscas en la Cocina (II) - Alvaro Ledesma

MOSCAS EN LA COCINA (II)
- Alvaro Ledesma -

Vivir lentamente no es hacerlo más despacio.
Suben y bajan, pero los ascensores no avanzan.
No queda más remedio que atarse a camas verticales.

Cambian los soñadores cada vez que dejan de ser ellos mismos.
Campanas de porcelana se abrazan antes del concierto.
Cuando mueres al amanecer empieza otro día.

Los cubos sucios con fondo roto no sirven para recoger goteras.
El agua envidia al vino por su baja autoestima.
Están cansadas las botas del trabajo.

Decidieron juntos que lo inmenso fuera efímero y lo diminuto eterno.
Es todo un reto para los tapones de las bañeras retener el agua hacia arriba.
En cuanto se convierte en realidad hay que inventarlo todo de nuevo.

Llega la aflicción más allá de las ruinas.
Cuelga del suelo una cuerda que sujeta el techo.
La ilusión de los adictos es encontrar otro laberinto.

No es arte la chatarra pero sí chatarra el arte.
Los sacos más pesados están llenos de dudas.
Una vez que sabes ya no queda nada.

Cuerpos sobre cuerpos sin remordimientos.
Dos circunferencias secantes contienen el mismo llanto.
Escapan de las trampas las pieles sin abrigo.

Un acordeón envuelto en celofán recuerda motivos placenteros para olvidar sus rencores.
Que se acostumbren los coherentes a las espirales y torbellinos.
O te vuelves lobo o mueres oveja.

Telas azules viajan a oscuras en contenedores oxidados.
Ojos microscópicos te dan la bienvenida en los pasillos de los colegios.
Cerrojos ausentes en las letrinas de puertas verdes.

Obras de teatro sin teatro. 
Fardos de paja en las retinas.
Pies descalzos sobre charcos.

 Entre copa y copa se maquillan las marionetas que divagan entorno al azar.
Trenes de juguete atropellan muñecas suicidas.
No cantan los hombres pájaro cuando se saben dentro de cubos celda con vistas al mar.

Por los pasillos apuntalados se abren paso los escuálidos.
Con el pelo trenzado las unas a las otras forman corros cerrados las niñas sin brazos.
Jamás hacen las paces las parejas de guantes.

 Ignora el que no se enfrenta.
Vuelven siempre los perdidos a estar perdidos.
A base de pliegues se parte el alambre.

Son gigantes los minutos desde el suelo.
Tú decides si acabas conmigo ahora o robarme el alma para siempre.
 Desde ciertos miradores el pasado es tan irreal que parece un mundo fantástico.

Alvaro Ledesma (2014)

sábado, 6 de septiembre de 2014

Moscas en la Cocina (I) - Alvaro Ledesma

MOSCAS EN LA COCINA (I)
- Alvaro Ledesma -

Todos tenemos otro que también somos.
Por eso es mejor evitar los espejos.

Cruza la calzada una mujer paseando a su perro de dos patas suspendiéndolo del rabo.
El alma es un simple trozo de madera cilíndrica de aspecto inútil.

Hay silencios que se esconden dentro de las cajas vacías.
Recordar es como soñar, porque ni existe una cosa ni la otra.
Incluso cuando eres una lata de aceite derramada llegas a saber que lo vertido es aquello que de la imaginación sobraba.

Tan difícil es ser fácil como fácil ser difícil, dijo la puta al cocinero mientras jugaban a las cartas.

Cuando no salimos del refugio, ya no es refugio.
El sentimiento de las cafeteras es el mismo que el de los números y las letras.
Cruza un funámbulo el océano entero sin saber nadar ni volar.
Y suspiraba ansiosa la langosta, preguntándose a si misma, qué demonios hacía en el fondo de una fregadera.

Da igual que les falte la cabeza, el tronco o las extremidades. Los maniquíes saben que siempre estarán locos.
Son a su vez prisioneros los tornillos que alojados en el interior de una pieza condenan el movimiento de otra.

Construyó un muelle con tanta fuerza que lanzaba los payasos hasta donde duermen las ruedas de los elefantes.
Llora un reloj sin cigarro en el escalón de un portal. Todos me han engañado, solloza.
Lo inmenso es falso en las montañas de calcetines. Dentro es ligera estructura de madera.

En la mano izquierda una maleta. Hilo atado a un globo en la derecha. En lugar de cabeza, una jaula.
Las tres de la mañana es la hora en la que todas las sillas con zapatos ríen la muerte de las mesas.

Si no se abre tal vez prefiera estar cerrada.
En los hoteles decadentes la mayoría de los interruptores acaban enamorados de los pomos de las puertas.
Dos peluches con sombrero yacían abrazados en el interior de un ascensor.
Con los ojos cerrados sueñan la realidad los retrovisores de los coches.

Encontrarse el punto de apertura justo entre chorro y goteo no es la única obsesión de los grifos autistas.
Los pianos son conscientes de la soledad que sienten.
Saltó al vacío un ventilador desenchufado.

Una piedra, una cuerda y una polea, eran suficientes para que la puerta se cerrara sola.
Las farolas se sienten inútiles durante el día.
Se arrancó el cargador y le prendió fuego.

De los rodamientos quebrados se consiguen esferas preciosas.
Alrededor de los árboles metálicos giran los amantes ridículos sin llegar jamás a rozarse.
En bucle muere aplastada la ilusión del ingenuo.

No pisan el suelo los niños de brazos infinitos.
Miles de llaves flotando indecisas se detienen delante de una burbuja.
Qué terrible ser, el incrédulo de sombra lánguida.
Qué terrible es, cuando se extiende su atroz desidia.

Mira un pez las huellas que dejan sus pies.
Envejece el entusiasmo si desconfía su delirio.
Duelen más los nervios que los huesos, dijo al volante el enfermo.

Con la mirada inventan las manos tocar lo que no pueden.
No es cuestión de tiempo que se convierta el perro en caballo.

Infecta de torpeza duerme la pereza.
Cápsulas de cromo atrapadas en una bolsa de red.
Noches desafortunadas recorren túneles de almohadas tristes y sábanas arrugadas.
Comenzó a preocuparse cuando por segunda vez bajó a la calle en zapatillas de casa sin darse cuenta.

Se fugaron juntas la rata y la culebra.
Toros deformes posan desnudos para un ciego escultor.
Cuellos estirados, bocas abiertas y dientes prominentes.
Se desintegran las gotas de agua sobre el hierro incandescente.
Dos coches se besan en el rincón de un frontón.
Cuentan hasta diez y vuelven a empezar.

Abrió la caja de las ideas y empezó por una de ellas.
Treinta narices de payaso clavadas en la pared.
No siempre es oportuno visualizar antes de ver.

Regaba un aspersor excitado la espalda de un ternero borracho.
Un espantapájaros convaleciente aprendió a ser fluorescente.
Como los clavos se sacan los hábitos.

Se ahorcó un zapato con el cordón del otro.
A las cerillas apagadas aún les queda un trozo de esperanza.

Los relojes de arena son los únicos en dar sentido al tiempo.
Se sentían idiotas los que tuvieron que aprender a ser felices.

Entre todas las casualidades, algunas son escogidas.
Lo importante de las paralelas es la distancia entre ellas.
No están tan ordenados los ordenados.

Alvaro Ledesma (2014)