Moscas en la Cocina (XVI)
Sigo lejos de saber mi nombre.
Todos los aviones en el aire sin querer
llegar a su destino.
Perdona si desaparecí pero es que
desaparecí.
Para que nada importe nos dejaremos
llevar por los sentidos.
Tropieza la necesidad con las piedras de
la obligación.
Amaneceres solitarios en compañía de los
sapos.
Imagino que camino y concluyo que no
camino.
Se rinden las espadas si son cuatro las
paredes.
En algún lugar respiran las identidades
perdidas.
Ojos sin pestañas no retienen las lágrimas.
Es mentira que la vida sigue cuando a
quien quieres muere.
Lo peor de no llegar a loco es saber que
no estás loco.
A qué esperan las cortinas para decirnos
lo que piensan.
Según pasan los años se vuelven los
placeres más extraños.
Viajes a ninguna parte hasta llegar a
nosotros mismos.
Seguirá lloviendo hacia arriba mientras
estemos cabizbajos.
No os quedéis quietos.
Se despide la ternura para dar paso a lo
grotesco.
De qué sirve la destreza cuando las
noches son de barro.
Qué poco dura la sonrisa si la tristeza
es compulsiva.
Tres enanas hermanas juegan a la comba en
una pecera.
No quieren tener emociones las perras
malditas.
Son más felices las ruedas que sus ejes.
En el fondo vive el mar atormentado.
Poco evoluciona el que sólo come.
Lo más difícil de llegar a la luna es
despedirse luego de ella.
Mueren los magos que no creen en sus
trucos.
No se reconocen los espejos delante de
nosotros.
Los esfuerzos inútiles también debemos hacerlos.
Ni dando la mano a la muerte son
definitivas las conclusiones.
Se hunden los barcos con seres superfluos.
Alvaro Ledesma (2014)